miércoles, 3 de septiembre de 2008

Al fondo que hay lugar...

Aquí va una reproducción delos boletos del transporte urbano
que se usaban en mi infancia, hoy un mecanismo computarizado te los expende luego de insertar una monedita en la ranura de un aparato que no dice ni siquiera "al fondo que hay lugar".
Por 5 u 8 centésimos, un "gallego" de CUTCSA o un Municipal de AMDET
arrancaba estas obras de arte de un mazo que a mi juicio era interminable, siempre atado por una bandita elástica inútil porque igual tenía otro mecanismo de sujeción, y sacando de su bolsillo de la camisa o a veces de atrás de la oreja
un lápiz grueso azul, marcaba el destino. Cuando era el 130, que iba a Las Piedras, había que decirle "para acá", si no te vendía uno para el destino y era más caro...
El taloncito que se ve a la derecha lo arrancaba el inspector si subía. De cualquier forma, prolijamente el guarda, arrancaba la esquinita, no se sabe ¿para qué?
¡Ojo los quinieleros! Tengan cuidado con las redoblonas con las termminaciones.
¡Ojo las/os enamoradizas/os, que guardaban los boletos que sumaban 21, aunque no es el caso.
Tampoco es el caso para los cabalistas que guardaban los boletos capicúa.

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